Barcelona, la próxima Nápoles

MANEL FERNÁNDEZ
Lleida | 17/09/2009

Este año he tenido la ocasión de visitar Nápoles, no volveré y procuraré que mi círculo de relaciones tampoco lo haga, es una ciudad que fue y no es, que tuvo y no le queda, una sombra triste a orillas del Mediterráneo.

Barcelona es una ciudad que tiene mucho, que atrae a todos pero parece, desde hace tiempo, que se está invirtiendo en convertirla en una ciudad aborlonada. No soy un especialista en consultings variopintos, solo soy un turista normal que visita ciudades, y les revelo un gran secreto: al turista les gustan las ciudades tranquilas, peatonales, limpias donde no te roben y te engañen, ciudades que cuiden el patrimonio, que sean accesibles y que funcionen los servicios públicos. ¿Tan difícil es esto de entender?

Los que gestionan lo público en este país complejo, dirigentes municipales, autonómicos, responsables de las diputaciones, de los consejos comarcales y del estado central no piensan desde hace mucho tiempo en clave de país, piensan y planifican en clave de partido, para cuatro años e ir tirando. Por desgracia, las políticas de futuro requieren muchos años de sacrificio e inversión silenciosa, incompatibles con carreras políticas personales.

Si alguien no planifica el futuro de Barcelona, Gaudí no podrá hacer ya más de lo que hizo y la ciudad dejará de ser un foco turístico internacional, no hay que ser muy brillante para intuir el futuro, te lo cuenta cada día el taxista. Cuando eso pase probablemente los responsables de gestionar los bienes y servicios públicos actuales ya estarán jubilados y gozaran de una pensión acomodada por los servicios prestados a su país.

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