El Palau Güell no se puede ampliar porque la finca vecina está okupada

La ampliación permitiría habilitar una escalera de emergencia y aulas | En mayo de este año la obra de Gaudí volvió a abrirse al público totalmente renovado

La Vanguardia


Es una joya desconocida para muchos barceloneses que ignoran que este edificio es el único ejemplo de arquitectura doméstica que Gaudí completó y que no ha sufrido modificaciones esenciales por el paso del tiempo. El Palau Güell, en la calle Nou de la Rambla, abrió sus puertas completamente rehabilitado a mediados de mayo con la aspiración de abrirse a la ciudadanía y de ampliar sus instalaciones. La Diputación de Barcelona, propietaria del palacio, tiene un plan para dotar el monumento de unos servicios de los que ahora carece por cuestión de espacio: una escalera de emergencia, despachos para los trabajadores y un ascensor adaptado a minusválidos. Un proyecto que se ha frustrado temporalmente debido a la okupación de la finca vecina, donde tenían previsto construir todas estas instalaciones. El caso se encuentra en los juzgados a la espera de que se produzca el desalojo y que la Diputación pueda permutarlo con los propietarios de la finca okupada por otro inmueble de características similares en el Raval.
La directora del Palau Güell, Amparo Lasa, explica que la ampliación es necesaria para dar un buen servicio al visitante, sobre todo a los discapacitados físicos, que "ahora no pueden visitar todo el monumento". De momento, utilizan un pequeño ascensor que los conduce hasta la segunda planta y al desván en el que vivía el servicio doméstico. Además, contar con la finca vecina permitiría también liberar algunas dependencias que pertenecen al palacio y en las que ahora tienen ubicadas las oficinas. Precisamente, Lasa trabaja en el antiguo despacho que hace más de un centenar de años ocupaba el propietario de la casa, Eusebi Güell. Ella lo ve como un privilegio, al tiempo que reconoce que debería ser un lugar visitable para los turistas.

Por ello, mientras se ejecutaban las obras de rehabilitación del monumento, se empezó a negociar con los propietarios del número 7 de Nou de la Rambla un acuerdo para que a cambio de una permuta cediesen el edificio a la Diputación. De hecho, el proyecto ya está aprobado inicialmente por este organismo. El dueño aceptó estas condiciones y a partir de ese momento empezó a liberar las viviendas en las que vivían inquilinos. Pero la mala suerte quiso que cuando el edificio quedó libre fuera okupado por un grupo de unas diez personas. Los okupas han bautizado la finca como La Kasita de al Lado, en referencia al Palau, y sus habitantes califican su actividad de "espacio político, social y cultural en el Raval". Mientras los okupas desarrollan su actividad a través de cursos y reuniones semanales, la Diputación espera la llegada de una decisión judicial que permita desencallar sus planes de futuro.

La directora del monumento explica que cada vez son más los turistas que recorren el Palau. "Tenemos una media diaria de 900 visitantes y ahora empezamos a recibir a muchos chinos y rusos", dice Lasa. Por eso, considera vital ampliar el actual espacio para liberar estancias y poder ofrecer al visitante mayor seguridad y más servicios, como la creación de aulas para los colegios.

El edificio, que es propiedad de la Diputación desde 1945, fue declarado patrimonio mundial por la Unesco en 1984. Transitar por sus numerosas estancias ofrece una pequeña imagen de lo que debió de ser la vida de Eusebi Güell y su mujer, Isabel López –hija del marqués de Comillas–, que vivieron junto a sus diez hijos en este edificio del Raval, casi tocando a la Rambla. Alguno de los muebles que se conservan ayudan a hacerse una idea de esta forma de vida. De otros, en cambio, quedan fotografías. Entre los planes de Lasa, está el de habilitar una de las estancias para mostrar el mobiliario de la época.

En el Raval, los Güell organizaban conciertos y actos culturales para la sociedad civil del momento. Un espíritu musical que se ha querido conservar después de la costosa restauración en la que la Diputación ha invertido 9 millones de euros. De ahí que cada media hora el visitante pueda disfrutar de una pieza musical interpretada por un órgano que corona la pieza central del palacio. Pequeño pero situado a una vertiginosa altura, el órgano de nueva construcción es obra del maestro de Collbató Albert Blancafort.

La primera de las sorpresas con las que se encuentra el visitante es la singular puerta, que, según explica Lasa, indignó a muchos barceloneses de la época, que la calificaron de poco señorial. Una vez dentro, unas escalinatas conducen a distintos salones recubiertos de maderas nobles y piedra calcárea del Garraf, donde los Güell disponían de una cantera. Pero, sin duda, el espacio más singular es el salón central, cubierto por una impresionante cúpula y que incluso dispone de una pequeña capilla oculta por un doble portalón. De allí se accede a las numerosas habitaciones, cada una dispone de una pequeña chimenea. Estancias de lo más austeras, sin grandes lujos ornamentales, pero singulares por su disposición.

Lasa asegura, mientras relata la vida de la familia Güell, que algunos elementos como la chimenea de la "sala de confianza" fueron trasladados de otro palacio, propiedad de los López. Otras cuestiones son desconocidas para los responsables del palacio, como la disposición de los dormitorios del servicio, ubicados en la parte superior del inmueble, un enorme desván abovedado en el que se encontraba la cocina y que dispone en uno de sus extremos de un pequeño montacargas que servía para bajar la comida. Ahora este gran espacio acoge una muestra de la restauración del inmueble, dirigida por el arquitecto Antoni González. Otra de las estancias imprescindibles son las caballerizas, situadas en el sótano, donde predomina un enjambre de grandes columnas que sustentan el edificio.

Tras la muerte de Güell, en 1918, el palacio pasó a manos de su mujer y después a sus hijas María Luisa y Mercè. Esta última acabó donando el edificio a la Diputación en la década de los cuarenta. Lasa espera ahora poder llevar a cabo la última aspiración del Palau Güell, su ampliación

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