El acceso de pago al Park Güell sigue levantando ampollas a dos meses de su estreno

Guías oficiales protestan por el intrusismo en las visitas de grupo y vecinos del parque temen que se masifique la zona gratuita 

La reivindicación de gratuidad se coló en varios actos de la fiesta mayor de Gràcia

Barcelona | 29/08/2013 

El acceso de pago al Park Güell sigue levantando ampollas a dos meses de su estreno
Descanso y tueste al sol en uno de los bancos del Park Güell Xavier Gómez 
 
 
Meritxell M. Pauné
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El acceso de pago al Park Güell sigue levantando ampollas a dos meses de su estreno
Como en casa. Un turista con el torso desnudo se protege del sol apoyado en una columna del Park Güell de Barcelona   Ana Jiménez
Dentro de ocho semanas, el 25 de octubre, el Ayuntamiento de Barcelona empezará a cobrar para acceder a la zona monumental del Park Güell. Sin embargo, lejos de convertirse en una cuenta atrás, los colectivos contrarios a esta regulación mantienen las protestas y avisan que no las abandonarán una vez entre en vigor. A la oposición de la plataforma vecinal Defensem el Park Güell se ha añadido este verano la movilización de los guías turísticos oficiales, que rechazan que el recinto de pago no evite el intrusismo al no controlar si los cicerones de grandes grupos están acreditados o no.
"Los guías que han pasado el examen de la Generalitat y cotizan como autónomos somos los únicos que legalmente podemos explicar un monumento declarado Bien de Interés Nacional de Catalunya (BCIN), como la Sagrada Família o la Catedral", explica Lídia Santiago, guía profesional barcelonesa y miembro de la asociación que les representa. En las áreas de acceso gratuito –como también aprovechan las rutas por el barrio Gótico o el Born–, esta exclusividad queda en el aire porque priman el derecho de paso y la libertad de expresión: cualquiera puede entrar en el parque de Gaudí y explicar sus características a quien quiera escucharle. Pero cuando sea de pago, ya no habrá derecho de paso y, a juicio de los guías acreditados, ya no habrá excusa para no aplicar la ley.
"El turista que quiera ir por libre, que vaya por libre. Pero los grupos que mueven los turoperadores, que entran con entrada grupal, no deberían poder llevar un guía sin título", sostiene Santiago. El consistorio, en cambio, considera que la acreditación ya conlleva un "trato diferenciado" que les "pone en valor", porque les permite acceder gratis al parque –máximo tres por grupo–. Para el turoperador, esto significa un ahorro de 21 euros como mucho, un importe poco atractivo frente a la diferencia de precio entre tres intérpretes con y sin título, que puede llegar a superar los 300 euros.
El principal argumento del consistorio es que "el personal que habrá en la puerta no serán policías ni inspectores, sino empleados normales que controlarán que cada visitante lleve un tíquet, nada más". "No tenemos competencias para multar a los posibles infractores ni podríamos ir detrás de cada persona que entre a ver si está explicando cosas de Gaudí o no, y si lo hace cobrando o no", agregan las mismas fuentes municipales. "Cuando abramos el acceso regulado iremos viendo qué casuísticas se producen y cómo resolverlas", concluyen.
La Generalitat no lo ve así y rechaza asumir la responsabilidad –y el coste– de este control. "La Dirección General de Turismo informa periódicamente, a modo de recordatorio, a los titulares de equipamientos museísticos y BCIN sobre las condiciones de acceso para guías de turismo", apunta una portavoz de esta administración. Así pues, remacha, "son los titulares de estos equipamientos, que son los que controlan el acceso a los mismos, los que deben garantizar que la normativa se cumpla". "En el caso concreto del Park Güell, le corresponde al Ayuntamiento de Barcelona", zanja.
Este julio, cuando el Ayuntamiento publicó la normativa definitiva, los guías acreditados empezaron a movilizarse. Una veintena se concentran cada jueves en la puerta sur del parque, para denunciar el instrusismo en este espacio y en Barcelona en general, para informar a los turistas y para intimidar a los "otros" guías. "Al vernos allí en la puerta, muchos guías pirata se abstienen de entrar y ofrecer sus servicios", afirma Lídia Santiago. También preparan una jornada de itinerarios gratuitos, el Día del Guía, aún sin fecha decidida. "Así los barceloneses se darán cuenta del plus de calidad que supone un profesional y redescubrirán el Park Güell", promete.
Limitar el público sí, pagar no
Los guías, no obstante, están de acuerdo con el ayuntamiento en la conveniencia de establecer una afluencia máxima para la zona monumental. "Con tanta masificación pierde todo el encanto", lamenta Santiago. Los vecinos que integran la Plataforma Defensem el Park Güell también apoyan que se limite el aforo, pero están indignados con el acceso de pago. "Si pueden fijar un cupo máximo de turistas con entrada, ¿por qué no pueden hacer lo mismo con gente sin tíquet?", critica Rodrigo Arroyo, uno de los portavoces de la entidad. Consideran, además, que restringir el paso a la zona monumental redireccionará el exceso de afluencia al resto del parque, hasta ahora bastante tranquilo.
La plataforma, que cuenta con el respaldo de 40 entidades y ha recogido más de 48.000 firmas contra el cierre, defiende como alternativa que el consistorio instale controles coordinados de acceso en todas las puertas del parque y que informe de la capacidad disponible en cada momento a través de los paneles informativos que ya hay esparcidos por la ciudad. También apremian al ayuntamiento a fomentar los horarios menos densos entre targets turísticos juveniles o low cost, a promover nuevas rutas por patrimonio menos explotado y a destinar agentes de policía a impedir el top manta y el deterioro del patrimonio.
En cuanto a los ingresos que generará la entrada de pago, proponen compensarlos con la reciente tasa turística y con una aportación anual de la Casa Museu Gaudí, propiedad de la Junta Constructora de la Sagrada Família. La visita a este equipamiento ya es actualmente de pago (5’50 euros o 17 euros si se combina con el templo) y no dejará de serlo con la nueva regulación, a diferencia del cercano espacio MUHBA Casa del Guarda (2 euros), que sí quedará incluido en el tíquet.
La plataforma tampoco aprueba el sistema ideado por el consistorio para que los barceloneses entren gratis al parque, porque lo ven "discriminatorio" según las leyes europeas –que prohíben un trato desigual por origen entre ciudadanos de la UE– y demasiado rebuscado para los autóctonos. "¿Por qué mi madre tiene que desplazarse al centro de Barcelona y pedir día y hora para entrar en un parque público de su barrio, que ya financia con sus impuestos?", protesta el activista.
Este verano la Plataforma también ha reactivado sus protestas, que se han colado en varios actos de la fiesta mayor de Gràcia, distrito al que pertenece administrativamente el Park Güell. Miembros de la plataforma recordaron a la regidora Maite Fandos su desacuerdo silbando durante el pregón inaugural, gesto que la edil lamentó en una entrevista con Ràdio Gràcia y que atribuyó a la parcialidad política de los activistas. Dentro de la programación de la plaça Raspall, por ejemplo, se proyectó el cortometraje El dret a GAUDIr, producido por Cronovan Studio junto con la entidad. El clip describe el conflicto y da voz a varios agentes, que opinan a favor y en contra del área de pago. Se trata de un avance del documental que aspiran a grabar este curso y que han tratado de financiar con crowdfunding. También las dos colles de diables de Gràcia, que cada año cierran la fiesta con sus satíricos Versots, dedicaron a Fandos una estrofa crítica con la "privatización" del parque.
El parque de los turistas
El Ayuntamiento de Barcelona defiende el acceso de pago a la zona monumental como solución a la masificación y también al desgaste del patrimonio. Destinará los ingresos obtenidos por la venta de entradas a mejorar el mantenimiento del parque, actualmente insuficiente, y recuerda que la gestión de los accesos comportará la creación de 50 empleos.
Según cálculos municipales, actualmente visitan el Park Güell 9 millones de personas al año, unas 25.000 al día, con puntas de hasta 3.000 por hora, y sólo un 2,4% y un 4,3% son barceloneses y catalanes respectivamente. Tras la regulación, podrán entrar al recinto de pago un máximo de 800 visitantes por hora, con un turno de acceso cada media hora. Además de estos 800, podrán entrar 100 personas más cada hora, previamente inscritas en el registro Gaudir+BCN, que es la fórmula fijada para dejar pasar gratis a los ciudadanos de Barcelona. Los vecinos de los barrios colindantes recibirán un distintivo personal que les permitirá entrar y salir siempre que lo deseen, al margen del nivel de afluencia en ese momento.
El consistorio también insiste en que la zona restringida sólo equivale a un 7,9% de las 17,19 hectáreas totales del parque y que el resto seguirá siendo de libre acceso y mantendrá su actual horario de apertura (de 05.00 a 24.00 horas). Por la difícil orografía de los barrios limítrofes, como Vallcarca, La Salut o El Carmel, muchos vecinos usan el parque de atajo para desplazarse a pie por la zona o para llegar a las paradas de metro.


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