Botines, el edificio "especial" que cumple 120 años

La sociedad leonesa rechazó el proyecto de un desconocido Antonio Gaudí para un edificio que en 1918 se tasó en 2.500 pesetas y cuyo valor hoy es incalculable 
Luis V. Huerga / @luisvhuerga       17/10/2013

 
“Gaudí dejó escrito que le enviaran las críticas por correo, que luego las colgaría en cuadros”. Quizá el genio catalán ya era consciente de que en el año 1893, cuando se inauguró el edificio con la polémica instalada en la ciudad, su obra pasaría a la historia como uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad. La sociedad leonesa no quiso que en el centro de la ciudad llegara un desconocido, procedente de Cataluña, para construir un estrambótico edificio de viviendas, por un encargo personal de un industrial catalán. 

Por aquel entonces, Antonio Gaudí se encontraba construyendo el Palacio Episcopal de Astorga, por lo que pudo dirigir la construcción desde León. El arquitecto firmó los planos en el año 1891 y, dos años después, se inauguró el edificio, que acogió la tienda de venta de material textil y varias viviendas en alquiler, además de contar, desde muy pronto, con un servicio de préstamo bancario que, después, derivaría en el Monte de Piedad y en lo que posteriormente se conoció como Caja España.

Todo ello, ante el recelo de una sociedad leonesa reticente a incorporar en la ciudad cualquier elemento de modernidad. La primera hoja catastral que se encuentra en el Archivo Histórico Provincial de León, y que daba al edificio un valor de algo más de 2.300 pesetas, cataloga al edificio como una construcción “especial”, redactado de un modo un tanto despectivo. “Todos los cambios cuestan aceptarlos en León y en ese momento Gaudí tuvo problemas”.



Imagen actual de Botines como sede de la Obra Social de Caja España. 

Una compra de 750.000 pesetas
Así lo ha explicado la directora del Archivo, Eva Merino, que custodia en el centro la documentación fiscal del edificio, así como varias fotografías inmediatamente posteriores a la fecha de la inauguración, de la que este 2013 se celebran 120 años. En esos documentos se refleja cómo con en el paso del tiempo su valor aumenta y a este edificio se le aplican importantes impuestos.
En el año 1929, lo que ahora se conoce como Caja España, adquiere la Casa Botines por 750.000 pesetas, y desde ese momento, comienza a albergar, entre los habitantes de las viviendas, el germen de la Obra Social, sobre el negocio que había impulsado Juan Homs Botinas, de donde el edificio toma el nombre. En el año 1992, el último inquilino, un dentista, abandona el edificio, que pasa entero a propiedad de la entidad bancaria.

Una de las imágenes más antiguas, con el edificio aún en construcción.

El secreto de San Jorge
En ese momento se aplica una importante restauración en el edificio, conservando los elementos propios de la arquitectura de Gaudí, detalles que todavía se conservan en toda la construcción. Una obra que llegó a recibir un importante premio internacional, después de que se incorporaran nuevas vidrieras y los actuales ascensores, como los únicos elementos nuevos sobre la construcción original.
Durante esos trabajos, se actuó sobre la figura de San Jorge de la fachada. Al retirarla, la escultura se fragmentó y, en su interior, se halló los planos originales que había firmado Antonio Gaudí en 1891, a la espera de que alguien los encontrara, y que ahora se custodian en el archivo documental de Caja España. En esos planos se contempla, además, la superficie inicial del solar en el que se iba a levantar el edificio, aunque durante el proceso se implementaron nuevas mejoras que no se contemplaban en los documentos originales, tal y como ha explicado Merino.


La figura de San Jorge en la fachada escondía los planos originales que guardó Gaudí.

La influencia del entorno
En ese edificio se supo que vivieron dos nombres ilustres de la ciudad, como Simón Fernández y Mariano Andrés. El nombre de la viuda del último es el que figura en la mayoría de los documentos fiscales que se conservan sobre el edificio que, a diferencia de lo que se suele pensar, no cuenta con una planta rectangular, sino trapezoidal, algo que se percibe sobre todo en el interior, tal y como ha señalado por su parte Yolanda Rubio, la responsable del Archivo de Caja España.

Del mismo modo, Rubio destaca ese rechazo que el proyecto encontró en la sociedad leonesa. “Al principio, nadie creía que la obra iba a salir. León era una ciudad un poco provinciana, comparándola con Cataluña, y no se entendía muy bien. Nadie conocía a Gaudí, pero hoy por hoy es impensable decir que algo de él pudiera estar mal hecho”. Finalmente, el edificio se construyó, con cierta influencia del entorno.

Yolanda Rubio asegura que Gaudí se dejó influir para el diseño por la arquitectura del entorno y por la mismísima catedral, aunque no así en el interior, donde se conserva la esencia de la típica casa catalana, para dotar a la ciudad de uno de los edificios más emblemáticos que, además, ha logrado esa cualidad a pesar de haberse configurado inicialmente como un mero edificio de viviendas, con poco más de cien años de vida.


Botines, junto a otra de las joyas arquitectónicas de León, el Palacio de los Guzmanes.

Imagen de la ciudad desde uno de los ventanales del torreón de Botines.

El techo de uno de los torreones, tal cual fue construido por Gaudí.

La actual sala de juntas de Caja España fue la vivienda del portero del edificio.
 

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